El robo es un –indeseado- mecanismo de regulación de las riquezas. Cuando el dinero se encariña sólo con algunas pocas personas, el resto, celoso, inquiere en las formas de ganar su monogamia. Estos últimos han sido tan embrutecidos por eso que no tienen, como aquellos que, aún peor, gozan de sus beneficios.
“Ganarse el pan” o “ganarse la vida” son locuciones que ya casi pierden su sentido. Hoy, hay que ganarse la 4X4, la casa de lujo, el status o, simplemente, lo que aparente todas las anteriores. Los publicistas tienen muy bien ganada su pega, hay que crear ilusiones, deseos, estereotipos, sueños y, peor aún, frustración: si no tienes lo que vendo, no existes; si no compras en mi tienda, eres infeliz; si no usas mi tarjeta, no estás vivo. Frente a un mensaje omnipresente y tan explícito ¿qué puede hacer un receptor incapaz de discernir entre ficción y realidad? Simplemente actuar como le han enseñado desde su asistencia primera a la escuela: hacer caso sin cuestionamiento. Ya lo hemos dicho: hay quienes se frustran, pero hay otros, más decididos, que actúan.
Robar a los dos Marcelos no tiene mayor importancia que aquella que le dan unos idiotas más grandes que ellos, los de Las Últimas Noticias. Robar a dos deportistas millonarios es el robo mejor realizado, sólo por debajo del robo a un empresario. Escoger a dos analfabetos millonarios para robarles no puede ser un acto de mayor precisión. Provocarles perjuicios económicos que no alterarán más que el ánimo del día no es más que eso.
Pero, ¿qué tienen en sus cabezas los periodistas de LUN que piensan que a estos tipos se les debe respetar? Nosotros, por nuestra parte, no hacemos más que regocijarnos. Si un robo los dejara en la miseria, si, por aquella causa, tuvieran que trabajar más de ocho horas diarias como el resto de los mortales para ganar eso con lo que no se vive, entonces, nosotros, recién ahí, nos alegraríamos aún más. ¿Cómo luciría un Salas o un Ríos de overol, zapatos de seguridad y casco? ¿Se fijarían en ellos una Ballero, una Larraín o una Sotela? Cuando deban trabajar así, aportando trabajo al resto -y no sólo más aburrimiento-, entonces, tal vez, los sentiríamos parte nuestra. Sólo así, nos dolería que un par vuestro les provocara algún daño. Por ahora, no hacemos más que reírnos de ustedes. Payasos.
“Ganarse el pan” o “ganarse la vida” son locuciones que ya casi pierden su sentido. Hoy, hay que ganarse la 4X4, la casa de lujo, el status o, simplemente, lo que aparente todas las anteriores. Los publicistas tienen muy bien ganada su pega, hay que crear ilusiones, deseos, estereotipos, sueños y, peor aún, frustración: si no tienes lo que vendo, no existes; si no compras en mi tienda, eres infeliz; si no usas mi tarjeta, no estás vivo. Frente a un mensaje omnipresente y tan explícito ¿qué puede hacer un receptor incapaz de discernir entre ficción y realidad? Simplemente actuar como le han enseñado desde su asistencia primera a la escuela: hacer caso sin cuestionamiento. Ya lo hemos dicho: hay quienes se frustran, pero hay otros, más decididos, que actúan.
Robar a los dos Marcelos no tiene mayor importancia que aquella que le dan unos idiotas más grandes que ellos, los de Las Últimas Noticias. Robar a dos deportistas millonarios es el robo mejor realizado, sólo por debajo del robo a un empresario. Escoger a dos analfabetos millonarios para robarles no puede ser un acto de mayor precisión. Provocarles perjuicios económicos que no alterarán más que el ánimo del día no es más que eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario